En la década de 1990, los cascos se convirtieron en gran medida en lo que conocemos hoy, fabricados con materiales de vanguardia como el kevlar y la fibra de carbono para lograr una ligereza y una resistencia incomparables. La introducción de estos materiales también permitió agregar otras características al casco, como carenados que evitaban las sacudidas y ayudaban a la aerodinámica del automóvil. Los orificios para la ventilación también se adoptaron universalmente en esta época.
En 2001 se produjo otro salto en la seguridad de los cascos, ya que la FIA ordenó que todos los cascos de F1 pesaran solo 1,25 kg a través de una nueva regulación. Esto fue para evitar la tensión en el cuello de un piloto durante un choque fuerte, y redujo a la mitad el peso de los cascos utilizados durante la década de 1980.
Otro gran cambio se produjo en 2003 cuando se hizo obligatorio el dispositivo HANS (soporte para cabeza y cuello). El dispositivo HANS es en realidad un collar que se ata al costado del casco y evita lesiones importantes en la cabeza o el cuello, incluidas fracturas fatales de la base del cráneo. Los dispositivos HANS son obligatorios en la mayoría de los organismos reguladores del deporte del motor en la actualidad.
La innovación en el diseño de cascos fue relativamente gradual hasta 2009, cuando Felipe Massa sufrió un extraño accidente en Hungaroring cuando la parte superior de su visera fue golpeada por un resorte errante que se había soltado de la suspensión trasera del monoplaza Brawn GP de Rubens Barichello. Massa sufrió una grave lesión en el cráneo por encima del ojo izquierdo y tuvieron que colocarle una placa de titanio. Afortunadamente, se recuperó por completo.
Como respuesta a esto, a partir de 2011 se añadió una tira de Zylon en la parte superior de todos los cascos de los pilotos, reforzando la parte más débil del casco. El Zylon es un material extremadamente resistente, el doble de fuerte que el Kevlar, y se utiliza habitualmente en chalecos antibalas de uso militar.
La tira de Zylon se eliminó de los cascos en 2019, cuando la FIA introdujo un nuevo estándar de certificación para cascos. La especificación más reciente de los cascos presenta una abertura de visera mucho más estrecha y, en su lugar, tienen Zylon tejido en la carcasa del propio casco.
Gracias a décadas de progreso y tecnología moderna, los cascos de F1 actuales son increíblemente ligeros, resistentes y seguros. Pueden resistir temperaturas de 790 °C y resistir un proyectil de 225 g que viaja a velocidades de 250 km/h. Las viseras pueden evitar que un perdigón de rifle de aire comprimido de 1,2 g penetre en el interior y pueden soportar una carga de 10 kg que se deja caer desde cinco metros, todo ello con un peso de tan solo 1,4 kg; muy lejos de los cascos de polo reutilizados de antaño.